lunes, 2 de mayo de 2011

Los segundos pasan, volando algunas veces y otras no tanto. Hoy el tiempo del reloj no se detiene, realmente nunca lo hace, pero el tiempo de adentro no pasa, la luz no parece acabarse y verte cada vez es algo más lejano.
Paradójicamente los días pasan y el calendario pierde sus hojas tal cual los árboles se desprenden de sí en otoño. Y tú te alejas y rápidamente te voy perdiendo, ya no recuerdo bien tu voz. No sabes cuanto me entristece no recordarla nítidamente, es como si no existieras, como si nunca hubiese coincidido contigo.
Las horas corren con una daga que cruelmente va destruyendo las probabilidades de que volvamos a encontrarnos, que va rompiendo con tu recuerdo, y pareciera que nada es imposible para el reino del tiempo, sin embargo no se puede llevar lo que más me acongoja, lo que guardo dentro.
Entonces me deja sin recuerdos y sin posibles. Y a cambio, olvida lo que menos necesito ahora, el profundo sentimiento que dejaste en mí, ese sentimiento que se desborda día a día y que amenaza con ahogarme.